Historias de Criminales famosos – Cayetano Santos Godino, «El petiso orejudo»

*Nota del autor: Esta nota ha sido ampliada por las múltiples consultas.

Cayetano Santos Godino, alias “El petizo oreja” o “El petizo orejudo”  tiene el triste mérito de ser considerado el primer delincuente serial registrado en la ciencia criminológica de nuestro país.

Tenía su “coto de caza” en la zona de Parque de los Patricios y sus inmediaciones, fue pirómano, torturador de animales, seleccionaba a sus víctimas infantiles entre aquellos “con cara de zonzos y que no tuvieran mucha fuerza”. Su modus operandi era siempre el mismo, tentar a la víctima con golosinas y conducirla a un baldío para torturarla y asesinarla. Disfrutaba de ello, se masturbaba sobre cadáver, retornaba al lugar del hecho y hasta concurrió al velatorio de una de sus víctimas. Contaba en su haber, multiplicidad de torturados y asesinados, en una ocasión mató a un caballo a puñaladas. Gustaba de estrangular a sus víctimas con el trozo de piolín que sujetaba sus pantalones. Sabía esquivar el peso de la ley con pretextos y mentiras cuando era sorprendido al punto de cometer un crimen. Apenas leía y escribía, pero coleccionaba recortes de periódicos que informaban los hechos sangrientos que cometía.

La brevedad del relato exige dividir la temática en la siguiente forma:

1. La investigación policial.
2. La historia clínica criminológica de Godino.
3. El aspecto Jurídico.

La investigación policial.

El día 3 de diciembre de 1912, Jesualdo Giordano, de 3 años de Edad, jugaba con otros niños frente a la finca de la calle Progreso 2185 (Actualmente Pedro Echagüe) desapareció. Su padre, Pascual Giordano, suponiendo que se había extraviado, buscó por toda la barriada, frente a la quinta de Francisco Pascasio Moreno o “Quinta de Pancho Moreno”, donde actualmente se encuentra el Instituto Félix Fernando Bernasconi, que ocupaba una gran extensión de tierra circundada por las calles Catamarca, Dean Funes, Caseros y Brasil. Parte del predio era ocupada por hornos de ladrillo de la compañía “La Americana”.

Engañado con caramelos, Jesualdo siguió a Godino hasta ese lugar, allí fue asesinado. “El orejudo” lo arrojó al suelo y lo inmovilizó colocándole la rodilla derecha sobre el pecho. Sacó el piolín con el que sujetaba los pantalones y lo dividió en 3 porciones, utilizando la llama de un fósforo. El hilo era tan largo que alcanzó para dar 13 vueltas en el cuello del niño, con otro trozo sujetó brazos y piernas, quedó atado “como una salchicha”, según expresión de Godino; y agregó más tarde “Lo agarré con los diente aquí, cerca de la boca y lo sacudí como hacen los perros con los gatos”. Precisamente, en ese momento, Antonio Giordano se acercó al lugar, se topó con el petiso y le preguntó si lo había visto. No – respondió – Vaya a la comisaría.

El Padre siguió su camino rumbo a la seccional policial. El petiso fue hasta un almacén cercano para tomar un refresco “me dio mucha sed” –explicó. Retornó al lugar del crimen y a golpes con una piedra, introdujo por la sien izquierda un clavo de 3 pulgadas, cubrió el cuerpo con una chapa de zinc y se fue.

Retornando de la comisaría, Antonio Giordano volvió a pasar por el lugar, desesperado entró al basural, llamando a su hijo por el nombre, creyéndolo extraviado. De pronto descubrió el cuerpo, pensaba que Jesualdo aun vivía, alzó a su hijo y lo llevó a su casa de la calle progreso, a las 11.30 los policías de la comisaría 34 se presentaron en el lugar.

El día 3 de diciembre el Juez interviniente Dr. José Antonio de Oro, se comunicó con los jefes de investigaciones de la policía, comisario José Gregorio Rossi y Francisco Laguarda. Éste último había recibido la primera denuncia contra el petiso en 1906. Encargaron la pesquisa al subcomisario Miguel Peire. Este examinó el terreno y las circunstancias, no demoró en relacionar el hecho con otro similar acaecido el día 8 del mes anterior. En aquella ocasión en un alfalfar ubicado en la calle Artes y Oficios entre Tarija y Pavón, un Agente de la seccional 12°, encontró a un niño de 2 años atado con un piolín y con otro rodeado su cuello. En un primer momento se detuvo a un menor de 16 años  que merodeaba por el lugar. El Juez de instrucción Dr. Campillo, lo liberó por falta de pruebas que justificaran su detención. El subcomisario Peire recordaba perfectamente este hecho. El asesino, con idéntico “Modus Operandi” estaba individualizado. Fue también contundente el testimonio de la niña María Perlero, hija del dueño del almacén ubicado en la calle Progreso 2599. Relató que la víctima había concurrido al negocio acompañada de un menor de aproximadamente 16 años, su descripción coincidía en forma inconfundible con las características morfológicas del petiso orejudo. A las 4.30 del día 4 de diciembre de 1912, el subcomisario Peire allanó el domicilio de la familia Godino. En la camiseta y alpargatas de Godino, se hallaron rastros de la sangre de Jesualdo, el piolín que sujetaba sus pantalones, tenía un extremo quemado, como el utilizado para atar a la víctima. Al revisar los bolsillos se halló un recorte del diario “la prensa” del día anterior donde se relataban los pormenores del homicidio.

Ahora bien, Godino era analfabeto, se presume que lo conservó, porque l anota periodística estaba ilustrada con una foto del lugar del hecho. Tal vez, lo vio como un retrato de sí mismo, autor de una obra maestra, famosa por haber sido publicada en un periódico. Según consta en su historial criminal, lo llevaron a presenciar la necropsia de Jesualdo Giordano. Antes de entrar a la morgue confesó que lo había asesinado.

Párrafo aparte, este evento nos recuerda una creencia medieval “el cadáver sangra en presencia del victimario” seguramente, la intención era quebrar el ánimo del petiso. Algo debió ocurrir en las facies de Godino ante la visión del cuerpo desnudo de Jesualdo, o tal vez un movimiento extraño porque los peritos Negri y Lucero lo desnudaron en presencia del Dr. Oro, Juez de Instrucción. Los Forenses constataron 27 cicatrices en el cuerpo de Godino, poseía un pene que medía 18 cm. erecto en ese momento. La verdad es que este dato, siempre ha movido a la duda. Los médicos Forenses determinaron que Jesualdo había fallecido por estrangulamiento a lazo. Esto excluye que Jesualdo se hallara aún con vida, cuando Godino le atravesó el cráneo con el clavo. En forma espontanea cínica y detallada confesó 4 homicidios, numerosas tentativas de asesinato y otros delitos.

El Maestro de la medicina Legal Argentina Dr. Nerio Rojas en su libro «Medicina Legal» Editado en 1936 resume los delitos cometidos por este personaje.

«Un caso argentino famoso fue el de Cayetano Santos Godino. He aquí sus delitos sacados de la sentencia del juez. El criminal también fue condenado, pues se rechazó la alienación mental.

“Este proceso seguido de oficio contra Cayetano Santos Godino (a) “Petiso Orejudo” o “El Petizo Oreja”, de 16 años de edad, soltero, sin profesión ni ocupación, argentino, analfabeto aunque sabe firmar: a) el 16 de enero de 1907, a los 8 años de edad, produjo un incendio en el corralón de maderas que los señores Maza y Oyerzabal poseían en la calle corrientes 2777 esquina Pueyrredón; b) el 7 o el 9 de septiembre de 1908 tomó al menor S.G., de 22 meses de edad, que estaba en las inmediaciones de las calles Boedo y Maza, y lo arrojó a un bañadero de animales existente en un terreno sito en Victoria esquina Muñiz, con intención de ahogarlo, pero fue sorprendido en circunstancias en que la empujaba con la tabla y la víctima fue salvada; c) a los pocos días, en la puerta de la casa Colombres 632, le quemó los párpados con un cigarrillo al menor J.B., de dos años y medio de edad; d) el 25 de enero de 1912 llevó por medio de engaños a la casa de Pavón 1541 que estaba desalquilada, al menor A.L. de 12 años de edad y como este se negara a entrar y gritara lo obligó a empellones, lo llevó hasta el fondo tapándole la boca con un pañuelo, lo estranguló envolviéndole el cuello con un piolín, lo desnudó y lo dejó después de golpearlo con una varita de higuera arrancada de un árbol de la misma casa; e) el 7 de mayo siguiente, como a las 5 de la tarde, le prendió fuego a las ropas de la menor R.B.V. de cinco años y medio de edad, en circunstancias en que estaba mirando la vereda del almacén Entre Ríos 522, la cual falleció a consecuencia de las quemaduras; f) el 16 de junio del mismo año, intentó incendiar el corralón de materiales de construcción Garay 3129, derramando sobre el mostrador una botella de nafta y prendiéndola fuego, pero sorprendido y obligado a extinguir el fuego; g) el 8 de noviembre del mismo año llevó al menor R.C.R., de dos años y medio de edad, a un alfalfar existente en la manzana comprendida por las calles Pavón, Avenida la Plata, Tarija y Quintino Bocayuva, le ató las piernas con una cinta y le ligó el cuello con un piolín, pero como fue visto por un peón, lo desató e hizo creer que lo había encontrado en ese estado y salvado; h) el 16 del mismo mes llevó a un menor C.G., de dos años de edad, de la puerta de su domicilio, General Urquiza 1664, a un terreno baldío cercano, la golpeó y cuando se disponía a matarla fue visto por un vigilante a quien le hizo creer que estaba perdida; i) el 19 del mismo produjo un incendio en la estación Vial de la compañía de Tranways Anglo Argentina, Carlos Calvo 3235, aplicándole un fósforo a unas escobas y otros materiales de limpieza, fuego que fue sofocado por los empleados; j) tres días después tomó a la menor C. N. en la esquina de Muñiz y Constitución y la llevó por la calle directorio hacia el Oeste con intención de darle muerte en un terreno baldío, pero como la víctima se negara a continuar y se refugiara en el zaguán de la casa Directorio 78, la golpeó hasta que fue socorrida por uno de los habitantes  de la casa; k) el 21 del mismo mes, en el interior del corralón de materiales de construcción  Carlos Calvo 2950 le aplicó un fósforo a uno de los cajones que contenían azulejos, pero el fuego fue sofocado por los operarios de la casa; l) pocos días después penetró al corralón de maderas Colombres 724 e Independencia 3678 y les prendió fuego a unos materiales que existían en una casa cerca del portón siendo extinguido el fuego por los mismos empleados: m) y finalmente, el 3 de diciembre de 1912 por la mañana, llevó con engaños al menor G.O.G., de tres años de edad, a los terrenos de la antigua  quinta de Moreno, calles Brasil, Rondeau, Catamarca y Dean Funes y penetrando por la última calle nombrada frente a la de 15 de Noviembre de 1889, lo llevó hacia un codo que hace el cerco de pared y lo estranguló ligándole el cuello con un piolín; como pretendiera levantarse le ató los pies y lo golpeó, pero como a pesar de todo lo creyera con vida, se puso a buscar un clavo por las inmediaciones para clavárselo en la cabeza, en cuya busca salió a la calle, encontró al padre que le preguntó por la víctima y a quien le dijo que no lo había visto y volviendo con el clavo se lo introdujo en la cabeza golpeándolo con una piedra, lo que contempló un rato y se retiró”.

Para mayor ilustración adjunto las fotografías originales del último asesinato cometido, que constaban en la causa penal.

La influéncia de la antigua teoria del Dr. César Lombroso se encontraba vigente en aquella época, la antropometría forense era dominante, de allí el porqué de las fotografías de cuerpo entero desnudo de frente y de perfil.

La historia clínico-criminológica de Godino

Cayetano Santos Godino nació el 31 de octubre de 1896 en el conventillo ubicado en la calle Dean Funes 1158, fueron 9 hermanos, cuatro varones y cinco mujeres. Sus padres, Fiore Godino y Lucía Ruffo (o Ruffia) habían llegado a Buenos Aires en 1884 provenientes de Calabria. Fiore, su padre era alcohólico, sifilítico, golpeador (Los forenses constataron 27 cicatrices en el cuerpo de Godino) y de profesión farolero. Sumisión, pasividad e indiferencia afectiva fueron las características de su madre.

El mundo circundante en los conventillos de esa época eran la promiscuidad y el hacinamiento.

Nuestro personaje era “petiso” (1,61 m de talla) y “Orejudo, orejas “en pantalla según terminología Lombrosiana. En las fotografías que hemos obtenido del expediente, se observa a un sujeto de aspecto aniñado pero con genitales de adulto, sus facies (si nos abstraemos de su historia) aparenta como deficiente mental, dócil e inofensivo. Decía el famoso escritor español Dr. Félix Martí Ibáñez: “Rostros de ángeles que ocultan almas de panteras. El perverso es como un desierto de afectividad incrustado en el alma humana – No solo mata, lo disfruta”. Su actuación en el medio siempre estuvo cargada de malignidad, Fiore, su padre, trató de corregirlo a golpes. Pero el rigor no funcionaba, no lograba aprender nada. Entre 1902 y 1907npasó por seis escuelas distintas. Se “raboneaba”, vagabundeaba y alcoholizaba, simulaba crisis epilépticas (un hermano las padecía) para evitar castigos. Un día Fiore descubrió bajo su cama una caja llena de pájaros muertos; la reacción de su padre ante este hecho macabro fue denunciarlo a la policía, el día 5 de abril de 1906 se presentó ante el comisario de Investigaciones Francisco Laguarda, entre otros detalles expresó: “es absolutamente rebelde. Molesta a todos los vecinos arrojándoles cascotes, etc.” “Recurre a esta policía para que lo recluyan donde sea oportuno y por el tiempo que quiera”.

El petiso fue enviado a la Alcaldía Segunda División, allí permaneció unos meses. La reclusión frenó su agresividad durante un tiempo, los ataques contra niños cesaron, como diría el psiquiatra francés Henry Ey, “en los perversos la alteración viene de lejos, son niños –con historia-, indeseados y temidos”. A poco, descubrió un nuevo placer, incendió un aserradero ubicado en Mazza y Oyarzabal, fue el 17 de enero de 1907. La serialidad criminal había comenzado y culminaría en 1912 con crímenes atroces.

Uno de los crímenes no pudo constatarse. Godino aseguraba que días antes de ser recluido en la Alcaldía Segunda División (enero de 1906), había enterrado viva a una menor de 2 años de edad en un baldío. En ese lugar se había construido una casa, los archivos policiales registraban en ese año la desaparición de una niña llamada María Rosa Face; la denuncia había sido radicada en la comisaría 10°, la familia había retornado a Italia. El homicidio no pudo probarse.

Cuando el “Petiso Orejudo” fue alojado en el Hospicio de las Mercedes, atentó contra 2 pacientes, uno fue un paralitico llamado Tomas Hull, trató de estrangularlo cuando le dio la espalda. También intento hacer lo mismo con Felipe Cerminara, un enfermo postrado que era su compañero de cuarto. Transcurridos 6 días intento envenenar al paciente Juan Montes, disolviendo fósforos en la leche (en esa época los compuestos fosforados eran tóxicos). Se acomoda perfectamente al conocido adagio aplicable a los psicópatas: “En la cárcel perturban y el hospital los rechaza”.

Desde el último tercio del siglo XIX, se postulaban conceptos que vinculaban a la locura y el crimen, como coparticipes de un mismo fenómeno. Las teorías científicas se entrecruzaban. Denominaban “Locura Moral” o “Degenerados”, a las personalidades psicopáticas de las modernas clasificaciones. No sabían qué hacer con ellos ni cual era la terapéutica carcelaria adecuada.

En el Buenos Aires de 1912 la ciencia criminológica simpatizaba con los conceptos Lombrosianos. Al italiano César Lombroso (1835-1909) se lo consideró el Padre de la Criminología actual, de la Antropología Criminal y de la escuela Positiva. Antes de publicar su obra “El hombre delincuente” había efectuado la autopsia de 400 criminales, estudió más de 6000 delincuentes vivos en Italia y a varios de miles de reclusos en otras cárceles de Europa. Partía de la teoría de que existen grupos humanos condicionados por anomalías o taras que los guían ineludiblemente a la senda del delito. La explicación la encontró en similitudes morfológicas observadas entre los criminales recluidos en las cárceles y el hombre primitivo. A esta particularidad la llamó “Atavismo”, o sea, en algunos hombres reaparecían rasgos que solo tenían nuestros antepasados más salvajes. El delincuente era una regresión orgánica al hombre de la prehistoria. Rasgos “atávicos” o rasgos “degenerativos”, se hicieron sinónimos. Buscaba en los delincuentes que observaba, lo que él llamaba “estigmas de la criminalidad”, supone que ha encontrado “el eslabón perdido” de Darwin, un sujeto que dejó de ser un animal porque comprende y razona, pero al que faltan las características de moralidad y civilización que caracterizan al “Homo Sapiens”.

Era necesario este rodeo de palabras, para poder explicarnos porque la terminología “Loco moral” y “degenerado” se repiten en todas las peritaciones que le efectuaran a Godino.

Las ideas Lombrosianas triunfan sobre las de José Ingenieros que publicó sus obras a partir de 1908. Helvio Fernández, discípulo de Ingenieros, director del Instituto de Criminología y de la “Revista de Criminología”, opinaba: “Estos anormales, con instintos antisociales incorregibles no son intimidables por las perspectivas de las penas” – “Falta una institución intermedia entre el manicomio y la cárcel”. En 4 líneas lanzó un concepto de avanzada para su tiempo:

1. No habla de loco, sino de Anormal Instintivo (T.A.P.O. trastorno antisocial de la personalidad – concepto actual).
2. Pronostica su incorregibilidad.
3. Indica la necesidad de crear un “establecimiento especial” para recluir a Godino.

No existían en esa época, por eso Godino fue enviado al presidio Ushuaia.

Fue examinado por distintos peritos oficiales así como pedagogos. Los doctores Cabred y Estévez lo declararon alienado mental revistiendo la forma clínica de imbecilidad. Los peritos de Tribunales Dres. Negri  y Lucero, opinaron que Godino era un degenerado, imbécil y sádico. El maestro Víctor Mercante, consideró que era un menor inadaptable, revistiendo la forma de Idiocia. Un especializado en minoridad delincuente Ernesto Nelson, consideró que era un degenerado irresponsable.

Para el lector no médico, las conclusiones de los peritos pueden resultar confusas o contradictorias. Trataré de aclarar la terminología empleada y remontarme a los conceptos científicos que imperaban en la década de 1910. Nada mejor para ello que utilizar la antigua (pero útil) clasificación de Binet y Simón. Distinguían 3 tipos de oligofrénicos: Idiotas, Imbéciles y débiles mentales.

El idiota no es capaz de comunicarse mediante la palabra con semejantes, es decir que carece de la aptitud para expresar verbalmente sus pensamientos y por ende comprender el pensamiento de los demás.

El imbécil es capaz de darse a entender por escrito, así como de leer y comprender la palabra impresa.

El débil mental habla, lee y escribe, pero su capital intelectual es inferior al de otros sujetos de su misma edad.

Dicho en forma más simple: El idiota no habla, el imbécil habla pero no escribe y el débil mental es un retrasado en la escolaridad. El idiota y el imbécil, en nuestros códigos, están equiparados al alienado. En cambio el débil mental es civilmente capaz y penalmente imputable, goza de todos los derechos y obligaciones del ciudadano común; en ocasiones, los hemos visto ocupar cargos importantes. Ahora bien, Nerio Rojas en su clasificación de menores delincuentes, distinguía una forma clínica que denominaba “falso anormal psíquico” decía al respecto: “Los falsos anormales son aquellos que no tienen trastornos psíquicos específicos, sino que parecen anormales por factores interdisciplina, de abandono escolar, etc., pero sin auténticos trastornos psíquicos”. Según mi opinión personal, Godino era un débil mental con instintividad antisocial de grado superlativo. La prueba está en que aprendió a leer y escribir correctamente cuando fue sometido a la disciplina carcelaria.

Por la Gentileza de Carmen, quien fuera mi fiel Secretaria durante el tiempo que trabajé en el Cuerpo Medico de la Justicia de la Nación, puedo adjuntar la prueba de que Godino aprendió a leer y escribir, y tal vez también a realizar las operaciones básicas matemáticas:

En 1933 Juan José Soiza Reilly lo entrevistó en el presidio de Ushuaia, enviado por “Caras y caretas”, a esta figura histórica del periodismo argentino, no se le habrían escapado detalles que indicaran que Godino estaba loco. En la entrevista el petiso dijo: “no quiero que se ocupen de mí – expresó con voz llorosa- considere señor, que usted también tiene madre” – “Tengo una enfermedad mental en la cabeza, me falta la memoria”

El término “loco moral” fue acuñado por Pritchard (Moral Insanity) a fines del siglo XIX, tuvo su auge bajo la escuela de Lombroso y su escuela criminológica, fue sustituido después por una profusa sinonimia “degeneración”, “perversión”, “desalmados” etc. hasta llegar a ser reemplazados por la designación actual “T.A.P.” (Trastorno antisocial de la personalidad). Las ideas sobre “locura moral”, incluyeron en ella como afectados de psicosis a los perores delincuentes, que aparecían así, gozando con el beneficio de ser considerados enfermos mentales. La alarma de la sociedad ante la perspectiva de la falta o reducción  de las sanciones para con los hombres más peligrosos por su perversidad, trajo una reacción judicial. Y de este conflicto entre la doctrina jurídica y las ideas psiquiátrico/antropológicas, surgió la revisión de las segundas. La “locura moral” no era más que una falta de sentimientos, con exteriorización de tendencias antisociales, pero con integridad más o menos completa de la inteligencia (psicopatías actuales); como ya hemos comentado en las charlas anteriores, Godino “sabía que estaba haciendo mal en el momento del hecho”. Veamos las transcripciones de las preguntas y respuestas que he seleccionado de los diálogos mantenidos con los peritos:

-Perito: ¿Piensa usted, que tiene derecho a matar niños?

-Godino: No soy el único, otros también lo hacen.

-Perito: ¿Por qué mataba usted a los niños?

-Godino: Porque me gustaba.

-Perito: ¿Por qué buscaba usted los terrenos baldíos?

-Godino: Porque así nadie me veía.

-Perito: ¿Por qué huía después de matar a los niños y producía incendios?

-Godino: Porque no quería que me agarrara la policía.

-Perito: ¿Con que objeto fue usted a la casa del niño Giordano el mismo día que lo mato?

-Godino: Porque sentía deseos de ver al muerto.

-Perito: ¿Con que objeto le tocó usted la cabeza al muerto?

-Godino: Para ver si tenía el clavo.

-Perito: ¿Dónde le gustaría a usted más vivir, en este asilo o en la cárcel?

-Godino: En la cárcel.

-Perito: ¿Por qué?

-Godino: Porque aquí están los locos y yo no soy loco. Estoy contento de estar preso, no saldría sino acompañado de un vigilante. Ya todo el mundo me conoce. Y además, el padre del muchacho ¡si me agarra, me mata! – ¿Cómo lo he engañado? es que cuando me preguntó por su hijo le dije que no lo había visto y que lo buscara en la comisaría.

-Perito: ¿No te han inculcado algún principio religioso?

-Godino: Como no, si soy bautizado.

Surge evidentemente del interrogatorio que Godino, en el momento de cometer crímenes, tenía “capacidad penal” es decir, la capacidad de “entender y querer”, la capacidad de “obrar” o como lo significa el código penal hoy vigente, “capacidad para comprender la criminalidad del acto y dirigir las propias acciones”.

El aspecto Jurídico

El código penal del año 1912, al tratar causas que eximían las penas en el artículo 81 (derogado) considerable inimputable, entre otras causales, a quien hubiere cometido el hecho en estado de imbecilidad “absoluta”. Esta palabra “absoluta” fue el meollo de la cuestión.

El Fiscal de primera instancia Dr. Jorge Coll, consideró que Godino no era demente, ni afectado de imbecilidad absoluta, ninguno de los peritos había utilizado ese término, poseía conciencia de los hechos y era responsable.

El Juez de instrucción Dr. Oro y luego el de sentencia Dr. Ramos Mejía, lo estimaron por su parte irresponsable por alienación mental y no por locura moral. Dispusieron permaneciera indefinidamente por ser incurable y peligroso en el “Pabellón Lucio Melendez del hospicio de las Mercedes”

El Fiscal Dr. Coll apela del fallo absolutorio, ante el Tribunal de alzada. El fiscal de cámara Dr. Bunge, considera que es un imbécil relativo, es decir, no absoluto, que posee discernimiento, pero que carece de criterio ético; solicita se lo condene a penitenciaria por tiempo indeterminado, ya que no es posible condenarlo a muerte por su minoridad.

La Cámara de apelaciones, integrada por los doctores López García, Seeber, Gonzalez Roura, Vásquez y Farías, compartió el criterio y lo recluyó por tiempo indeterminado el 12 de noviembre de 1915.

Permaneció un tiempo en la penitenciaria, luego fue trasladado al presidio de Ushuaia, donde ingresó el 18 de marzo de 1923 con el número 90.

 

El final

La cárcel de Ushuaia fue construida por el ingeniero Castello Moraglia en el año 1885. Estaba ubicada prácticamente en el fin del mundo. Frío, ventiscas antárticas, trabajos forzados, rígida disciplina, malos tratos.

Fugarse significaba inexorablemente morir de hambre o congelado. Con frecuencia fue golpeado por los presos y abusado sexualmente. Godino se desempeño en el aserradero y en la caballeriza, integro la banda de música de la prisión tocando el bombo. Soiza Reilly relató un episodio que es leyenda, el petiso maltrato al gato mascota de la sección carpintería, sus compañeros le dieron tal paliza que permaneció internado 20 días en el hospital del presidio. No murió a como consecuencia de este castigo, como se lee en algunas historias. Su muerte ocurrió años más tarde, el 14 de noviembre de 1944 a raíz de una hemorragia por úlcera gástrica. Fue hallado muerto en su celda.

Cuando se evacuó el cementerio del presidio de Ushuaia, había desaparecido el esqueleto de la tumba. Alguien lo sustrajo. “Necro-manía”, término acuñado por J. Iglesias y C. Negrete (“La profanación” Editorial Sudamericana – 2002). Significa, profanar cadáveres para robar sus partes corporales; ocurrió en el caso del Petiso. La cabeza de Mata-Hari desapareció del museo del Instituto de anatomía de París, lo mismo ocurrió con el cráneo de Pancho Villa. Pero esa, es otra historia.